Una Vida de Servicio: Martin Álvarez

Escrito por Caroline Pecore y traducido por Emma Buck

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Este es el vigésimo primer artículo en “Bears Doing Big Things”, una columna semanal celebrando las historias de alumnos notables de M-A. Lee el artículo de la semana previa aquí.

En 1999, mientras Martin Álvarez fue estudiante de M-A, también trabajó dos puestos de trabajo para mantener a sus hermanos y padres. Después de trabajar Álvarez aún se quedaba despierto hasta tres en la mañana cada noche para estudiar para su clases honorarios. Recordó, “Estaba tratando tener éxito académicamente, pero estaba exhausto. Cada mañana subía al autobús, iba a la escuela, y me quedaba dormido en clase. Sin duda me sentí un poco perdido durante mis años de escuela secundaria”. Después de abandonar la universidad y servir en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos durante ocho años, Álvarez obtuvo una licenciatura de bellas artes en educación general con una concentración en psicología y una maestría en psicología con un enfoque en terapia familiar. Ahora está terminando su disertación en psicología clínica. Álvarez ha estado trabajando para Telecare en Los Ángeles, un programa comunitario de salud mental en el sur de California, durante los últimos ocho años y ha ayudado a cientos de pacientes.

Mirando atrás en su vida, Álvarez dijo, “Mis padres sacrificaron todo lo posible por mis hermanos y yo. Ellos crecieron en ranchos en las colinas de México. Mi papá era solo 19 y mi mamá 15 cuando se casaron en México. Emigraron a los Estados Unidos tres años después, intentando proveernos mejores oportunidades que ellos tuvieron. Eran analfabetos y nunca habían ido a la escuela. Aunque hablábamos español en casa, el primer idioma que aprendieron leer y escribir fue inglés, lo cual aprendieron durante estudiando para la prueba de ciudadanía estadounidense. Después de eso, mi papá empezó leyendo todos estos libros de historia. El volvería a la casa con los libros y nosotros fuimos como, “‘¿Adónde sacaste esos?’ Estabamos muy orgullosos de su progreso”.

“Mi papá era un maestro pintor”, añadió Álvarez. “El pudo tomar cualquier mueble y hacer que parezca un diseño antiguo. Estuvo trabajando para una compañía en el sur de California por casi 18 años antes de ser despedido”.

Cuando Álvarez estaba en el décimo grado, su familia se mudó a un apartamento en East Palo Alto donde su papá encontró trabajo como pintor en un aeropuerto en San José. Sin embargo, menos de un año después, fue despedido de nuevo. Álvarez explicó, “Soy el más joven de siete hermanos, entonces fui el único hijo todavía en casa durante este periodo. Mi papá se mudó al norte a Santa Rosa mirando trabajo, y no estábamos seguros de lo que iba a suceder”.

Álvarez se quedó en el apartamento de su familia y continuó asistiendo a M-A para el resto del mes antes de mudarse con su hermano mayor, quien vivía cerca con tres hijos. Recordó, “Realmente estaba tratando vivir por mi cuenta. Había estado faltando más a la escuela y trabajando más, realmente intentando ahorrar dinero para la comida y pagar otro mes de alquiler por mí mismo. El Día de Acción de Gracias vino y recuerdo que mi consejero de universidad, la Sra. Kleeman, y otro maestro, el Sr. Rodriguez, vinieron a mi casa para dejar una caja de comida. Solo estaban revisando si mi familia estaba bien porque no me habían visto en mucho tiempo. Recuerdo haber pensado: ‘Dios mío, no puedo creer que les importe tanto’. Siempre pude confiar en la Sra. Kleeman. Conocía tantos otros estudiantes con situaciones similares, amigos quienes estaban trabajando lo más posible como los proveedores únicos para sus familias mientras aún estaban en la escuela y ella estaba abogando por todos ellos. Ver cómo estos maestros estaban trabajando para apoyar a la comunidad realmente cambió mi visión de los educadores y me hizo querer seguir un campo en el que también pudiera hacer una diferencia”.

En el año 2000, al comienzo del segundo semestre de su tercer año, Álvarez se mudó con su hermano que vivía en Berkeley y se trasladó a la Escuela Secundaria de Berkeley. Se graduó en 2001 y luego asistió a la Universidad Estatal de San Francisco durante un año antes de abandonar la escuela. “No estaba entendiendo el material, y no sentía que podía mantenerme al día con las clases, así que decidí mudarme a L.A”, dijo.

En L.A, Álvarez trabajó turnos en restaurantes, sitios de construcción y como exterminador. Se casó y comenzó a pensar en formar una familia. Recordó: “Me di cuenta de que realmente quería mejorar mi acto y ser un gran proveedor para nuestra familia, así que me licencié como exterminador y traté de iniciar mi propio negocio”.

Sin embargo, cuando la crisis financiera golpeó en 2008, muchas personas comenzaron a perder sus empleos y hogares. Álvarez recordó: “La gente ya no quería pagar por un exterminador. Eran como, ‘No, lo siento, prefiero lidiar con las cucarachas o lo que sea por mi cuenta’, porque apenas podían llegar a fin de mes. Y así perdimos muchos de nuestros ahorros. Estábamos tres meses atrasados en el alquiler, nuestros dos autos fueron embargados y mi esposa estaba embarazada, así que fue muy estresante”.

Álvarez y dos compañeros marines en el U.S.S. Tortuga.

Entonces, Álvarez se enlistó en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Álvarez dijo: “Fue un tiempo de guerra, y fueron tomando todos. Fue desplegado a Iraq, pero no en combate, y luego a un barco llamado el U.S.S. Tortuga. No esperaba estar fuera de casa por tanto tiempo, pero nos ayudó a superar algunos momentos realmente difíciles, así que lo aprecié”.

Álvarez con un grupo de marines en Estonia.

“Mi vida fue muy caótica, pero los militares me dieron la estructura que necesitaba”, continuó. “Nos despertamos a las 5 de la mañana, ejercitamos, y desayunamos cada día al mismo tiempo. Todo tenía tanta estructura, entonces no había mucho tiempo para pensar. Esto fue una cosa buena para mí en el tiempo porque no necesitaba pensar—estaba tan abrumado con emociones y estrés que solo necesitaba dirección, y eso es exactamente lo que recibí. Todavía en los momentos espantosos, los momentos donde fue desplegado o cuando no podía comunicarme con mi familia, sentí como había suficiente estructura y consejo en un lugar donde podía confiar en la gente conmigo.

Álvarez después de recibir su título de posgrado de la Escuela de Psicología Profesional de Chicago.

Añadió, “Tenía mucha buena suerte, estar cerca de gente que preocupó sobre guiando individuales hasta algo mejor”. El supervisor de Álvarez, Gunnery Sargento Cervantes, animó a todos los marinos bajo el que empiezan la escuela otra vez. Álvarez recordó, “Esa fue la primera vez que tomé una clase de psicología. Todo hacía sentido. Estaba como, ‘¿Esto es psicología? ¿Dónde ha sido esto toda mi vida?’ Realizó como la psicología podía ser usada, y me animo aprender mas y mas”.

Álvarez sirvió en el cuerpo de marines desde 2008 a 2015. En septiembre de 2014, empezó buscando trabajo otra vez. Dijo, “Fue difícil. No entiendo cómo usar las habilidades que aprendí para el trabajo civil. Aplique a literalmente más de cien lugares—trabajo escritorio, compañías de seguro, lo que sea. Les dije, ‘No me importa donde me pones, voy a trabajar duro y ser tu empleo más leal.’ Entonces apliqué y apliqué y el tiempo se estaba acabando. Mis órdenes estaban a punto de caducar y no tuve algo preparado. Sentí la ansiedad de no poder pagar mis cuentas otra vez”.

Continuó, “Ser marino, no realmente compartes tus sentimientos o pensamientos, pero estaba enfocando tanto en mí cursos de psicología y hablando sobre mis pensamientos en lugar de retenerlos. Un día, estaba en una barbacoa con unos amigos y familia y uno de mis amigos me dijo, ‘¿Miras tan estresado, está todo bien?’ Y yo le dije, “¿Sabes que? No,’ y en ese momento me abrí a él. Él estaba como, ‘Oye, tienes tu BA, ¿Verdad?’ Y yo respondí, ‘Sí’, y él estaba como, ‘En psicología, ¿Verdad? ¡Oye, mi clínica de Telecare está contratando!’ Y yo estaba como, ‘¿De verdad, puedes conseguirme un trabajo?’ Y él dijo: ‘Bueno, no puedo conseguirte el trabajo, pero puedo conseguirte la entrevista’. Así que fui allí y apliqué, y pasaron por varias entrevistas con diferentes miembros del equipo y luego me llamaron y me contrataron”.

Ocho años después, Álvarez todavía trabaja para Telecare. Dijo, “Muchos de nuestros pacientes han sido parte de nuestro sistema de salud mental por mucho tiempo, y realmente ya no son tratados como personas. Lo puedes oír en la manera que hablan. Con frecuencia, usan sus diagnósticos para identificarse a sí mismos. Una de las cosas más gratificantes de mi trabajo ahora es ser mentor de pasantes—nuestro programa tiene pasantes de muchas universidades locales como la Universidad del Sur de California, Cal State Long Beach, CSU Dominguez Hills, y Cal State L.A. Encanto ayudar a estos hijos que están entrando en esta esfera y educarlos en cómo ayudar a los pacientes a retener su sentido de humanidad, y asegurarlos que su diagnóstico y las cosas que pasan a ellos son solo parte de su historia, no su identidad”.

Advicio de Álvarez a estudiantes corrientes de M-A:
“Honestamente creo que el mejor consejo que me dieron fue nunca tener miedo de pedir ayuda. Creo que a menudo nos quedamos atrapados en esta sensación de que estamos solos y tendemos a aislarnos de las posibilidades que nos rodean. Pedir ayuda suena muy fácil, pero probablemente la cosa más difícil que he visto es alguien admitir que no pueden hacer algo por su cuenta. Fue la capacidad de pedir ayuda lo que realmente cambió el curso de mi vida”.

Cuando la Sra. Kleeman y el Sr. Rodriguez me vigilaron o preguntaron como estaba o cuando iban la extra milla para apoyarme, siento como si pudiera hablar con ellos más, abrirse un poco más y no estar tan asustado de ser vulnerable, no tuviera que luchar tanto mientras intente hacer tantas estas cosas solo. Maestros como estos son la luz para los individuos que empiezan a sentirse desesperados. Personas como ellos ayudan a personas a sentir como son vale la pena invertir y vale la pena luchar.

Y por otro lado, esté dispuesto a preguntar si otros están bien. Es tan fácil simplemente decir, “Oye, ‘¿Cómo te va hoy?’ Y luego como, ‘¡Soy bueno!’ y continúe con su día, pero en realidad debe mirar a las personas a su alrededor y verlos como personas. Los estudiantes, se conocen entre sí. Saben cómo hablan sus compañeros, notan sus tonos, y las diferencias en sus posturas y sus sonrisas. Así que cuando las cosas parecen apagadas, solo tomarte ese momento extra para decir: “Espera, siento que las cosas están apagadas”, y seguir con tu instinto y registrarte con las personas que te rodean puede marcar la diferencia”.

Dos libros favoritos de Alvarez.

En sus libros favoritos, Álvarez dijo: “Mi libro favorito de todos los tiempos es El Alquimista por Paulo Coelho, creo que porque está lleno de mucha esperanza. Estás deambulando tratando de averiguar cuál es tu propósito de vida, y simplemente conoces a estas personas adecuadas. Me relaciono mucho con la historia. Es uno de esos libros que puedo volver a leer una y otra vez. Otra que me encanta es La sombra del viento por Carlos Ruiz, otro autor español. Es una historia similar de un niño que experimenta el mundo y emprende sus propias aventuras”.

Álvarez con su hija, nieto e hijastra en la fiesta de cumpleaños temática de Moana de su nieto de dos años.

Álvarez añadió: “A menudo pienso en los valores que aprendí de mis padres. Sacrificaron todo para venir a los Estados Unidos, un lugar que se sentía extraño y desconocido para ellos, y comenzaron una nueva vida aquí. Me enseñaron a mis hermanos y a mí que nunca puedes simplemente sacar provecho, siempre tienes que trabajar duro. Tienes que tener razón y propósito para lo que estás haciendo. Cuando mis hijas llegaron a mi vida, todo tenía sentido. Entiendo completamente por qué mi padre estaba dispuesto a dejar no solo México para llegar a Los Ángeles, sino luego L.A. para llegar a East Palo Alto y luego llegar a Santa Rosa. Quería brindarnos tantas oportunidades como pudiera. Me lo tomé en serio, y quiero hacer lo que sea necesario para mantener a mis hijas y darles las mejores oportunidades que pueda, al igual que mis padres hicieron por mí”.

 

 

 

Descargo de responsabilidad: “Bears Doing Big Things” no está destinado a ser una lista que clasifique a los graduados M-A más exitosos o famosos en la Tierra. Es una colección de personas con una amplia gama de conocimientos, opiniones y etapas de la vida que estaban dispuestos a compartir sus historias. Hay 45.000 alumnos M-A adicionales logrados por ahí, ¡así que mantente atento a ellos![/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Caroline Pecore was a senior in her first year of journalism. Her column, "Bears Doing Big Things," ran every Monday. She enjoyed meeting new people through journalism and writing about the M-A community. Outside of school, she spent most of her time rowing for Norcal Crew and also enjoyed reading, drawing, and exploring the outdoors.

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